La trampa del intelecto
El culto al intelecto ese anclaje cognitivo en el que
hemos sido formados y programados para vivir, observar y resolver desde el
intelecto todos los problemas que nos acontecen como seres humanos.
A todo eso le agregamos la infoxicación de la que somos
presa, este último concepto deviene del neolingüismo el mismo
que fue acuñado por el especialista en información Alfons Cornella para aludir
a la sobresaturación de información. Es decir que, a más de haber sido
programados para actuar siempre desde el hemisferio izquierdo de nuestro
cerebro, le sumamos el engullir a toda hora cualquier información que vemos
vagando en la red, reducir conceptos y hasta memorizarlos para hacer gala de
intelectuales, hacer propias teorías y criterios en los que no hemos
profundizado y de los cuales no tenemos ni la más mínima base para corroborar
su veracidad.
Parte de esto es causa por la que el ser humano
se ha hecho presa fácil del miedo y de las amenazas que se proyectan en los
actuales momentos, la famosa “nueva normalidad” donde las plazas de trabajo son
reducidas, donde la tecnología amenaza con ocupar las pocas que quedan, proyectando
un panorama poco alentador para los seres humanos. El mismo que está acostumbrado
aceptar todo clase de conceptos sobre todo si estos son emitidos por los
supuestos líderes políticos, religiosos, de la ciencia, la tecnología o de
expertos en mercados, elevándolos a la categoría de infalibles o a una especia
de oráculo de Delfos; dando como resultado la crítica rápida, la seudo conceptualización
y la dogalización de nuestras mentes llevándonos a creer que son esos supuestos
líderes los que nos deben decir que debemos pensar y aceptar como verdadero.
Las herramientas resilientes que tenemos hoy en
día son variadas, solo debemos buscar y empezar a usar nuestra imaginación potenciada
por el conocimiento, tenemos la obligación de proyectarnos de pensarnos como seres humanos equilibrados,
capaces de pensar y actuar desde lo holístico también.
Todo este asunto de la nueva normalidad, que no
es otra cosa a mi forma de entender un nombre que se le está dando a precarizar
la vida del ser humano utilizando como herramienta principal el sistema económico;
es cosa que cada quien tiene que verlo desde su lado, pero esta “nueva normalidad”
solo es posible por la forma como hemos sido educados y programados, acostumbrados
hacer apología del C.I. (coeficiente intelectual), y creer que lo es todo, que
mientras más atiborrados estemos de títulos y conocimiento es mejor, los
momentos actuales me dan la razón, personas con un sinfín de créditos académicos
aprobados y sin oportunidades reales de poder usarlos, ilusiones muertas y
desesperanza por doquier.
Lo que quiero poner en consideración es que, la parte intelectual ausente de toda empatía o de una consciencia más elevada, solo ha producido más daño que beneficio al ser humano especialmente al común de los mortales. La evolución no solo puede estar marcada por los avances tecnológicos, sino principalmente por la elevación de nuestras consciencias.
fp.
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