¿Cómo individuos o cómo rebaño?
Nuestro momento presente nos está forzando
inequívocamente a plantearnos qué somos realmente como individuos y como
sociedad; no podemos seguir disimulando que esto a lo que llamamos nuestro
sistema de vida está funcionando.
Los acontecimientos presentes a nivel
global nos exigen una mayor reflexión sobre cómo y desde que perspectivas
abordamos las condiciones actuales, si lo hacemos como individuos cuya suma
forman la civilización humana, o como un rebaño de animalitos asustados y
acorralados esperando que un seudo iluminado de la política, religión o del
mundo de las finanzas nos diga hacia dónde ir.
¿En realidad como seres humanos no tenemos
a que más apelar?, entiendo que muchos dirán que a dios o Dios; pero hasta ese
derecho innato en el ser humano está manipulado cuando solo se lo realiza por
miedo o como ultima estrategia cuando todo lo demás ha fallado. Esto además que
muchos lo hacen para granjearse una vida muy cómoda.
Mi intención aquí no es dividir, pues ya
bastante dividido estamos y es esto precisamente el caldo de cultivo de quienes
pretende el dominio total; más bien es motivar, aunque sea mínimamente el
pensamiento autocritico y cuestionador, darnos cuenta que las mismas recetas
para vencer las crisis, el mismo sistema político, financiero, religioso y
sobre todo educativo; no funciona, estos sistemas y su aplicación con total
falta de empatía es lo que nos ha llevado a la ruina como sociedad global.
Tenemos que pensar si queremos dejar de ser presos de
nuestro bagaje cognitivo actual o solo queremos adornar la celda. La lucha de muchos únicamente llega hasta cuando logran
una buena situación financiera, “pues estos son de los que solo quieren adornar
su celda” y cuando lo logran empiezan una lucha desesperada por mantener ese
estatus que por lo general lleva al ser humano a perder la empatía con sus
congéneres, pues su deseo de no descender o ascender económicamente se vuelve
su dios y su cruz.
A través de este depredador sistema de vida
nos estamos representando a nosotros mismos, por lo tanto, somos la expresión
de nuestras ideas, pensamientos e intenciones manifestándonos con nuestras
actitudes y por más que intentemos disimularlo, esconderlo y justificarlo;
hasta cuando revienta, explota y vemos salvajes expresiones racistas,
explotación laboral, el medrar del estado en forma mezquina de quienes se les
confía el voto y sin escrúpulos lo traicionan; es entonces cuando haciendo gala
de desmemoria y ausencia total de consciencia nos damos cuenta que el sistema
al que nos hemos acostumbrado sin cuestionar no funciona.
Krishnamurti decía que no hay nada más nocivo
para el ser humano que acostumbrarse a una sociedad enferma, y eso es lo que
precisamente hemos hecho; ya sea por comodidad, porque funciona para algunos,
por cobardía, falta de interés o creer que no somos nosotros quienes tenemos
que solucionarlo.
Seguiremos
actuando bajo la conducción del sistema global como si lo hubiésemos aprendido
todo, cuando la realidad es otra, nos han impulsado a ser en forma individual y
grupal figuras humanas que veneran a sus líderes a cambio de protección y
aceptación, seres humanos dependientes en formas de pensar y de vivir de
quienes tienen los medios económicos (logrados con el sudor de nuestras
espaldas), para imponernos doctrinalmente una forma mezquina de pensar y de
vivir.
La búsqueda
de aceptación y el tratar de encajar en modelos prestablecidos, la métrica que
nos ha impuesto para ser elegibles en tal o cual escenario tomando como único
punto referencial, el bagaje cognitivo previamente diseñado por quienes a su
vez ponen todo tipo de obstáculos para que no llegues a menos que estés
dispuesto a ser un “fiel servidor acrítico del sistema de vida”. Y aquí estamos
nosotros aplicando un sin número de técnicas, métodos y sistemas (dado por
ellos mismos), que muchas veces no funcionan pero que, en nuestra desesperación
por salir adelante en nuestros negocios y nuestras vidas, no reparamos demasiado
en que esto más bien se parece al juego “del burro siguiendo la zanahoria”.
Desde nuestras humildes y sencillas vidas
tenemos que aventurarnos a pensar y repensar sobre aquello que estamos llevando
como vida, si en verdad vinimos a estar sujetos a vivir como esclavos
funcionales de un sistema al que no le importas, no más que en la medida en que
seas incondicional a tu situación de esclavo.
No tenemos
que pedirle permiso a nadie para pensar, ni necesitamos la aprobación de ningún
iluminado para hacerlo, solo tenemos que cuidar que cuando lo hagamos y
pongamos en práctica debe ser desde nuestra verdadera empatía y consideración
con nuestros congéneres.
fp.
No hay comentarios:
Publicar un comentario